El Gobierno alemán lleva desde el comienzo de la crisis haciendo guiños a su electorado, y mientras que en las reuniones del Eurogrupo está condenado a pactar con sus socios y a aceptar las condiciones impuestas por la mayoría para seguir adelante con el desarrollo del Euro, luego, cuando le toca hablar dentro de sus fronteras tira de manual nacionalista y liberal.
La última salida de tono la ha tenido Wolfgang Schäuble, Ministro de Economía, que ha solicitado que los países que sean rescatados deberían de perder parte de su soberanía, cediéndosela a la Unión Europea, para que sea ésta, y no el propio país, la que determine el camino a seguir por el país en cuestión.
Schäuble no ha especificado en que consistiría esa pérdida de soberanía, lo que deja bien a las claras que se trata de una idea lanzada al vacío y carente de toda rigurosidad, pero los analistas alemanes se han apresurado a adivinar que se trata de una pérdida de soberanía en términos presupuestarios y fiscales.
De esta manera se trataría de conseguir que los países rescatados, léase, Grecia, Portugal e Irlanda, ya no tuvieran autonomía para tomar sus propias decisiones económicas, sino que se tuvieran que supeditar a las directrices marcadas desde la Unión Europea, que, al fin y al cabo, sería lo mismo que seguir las directrices marcadas por el eje franco-alemán.
Una vez más, se demuestra que los alemanes se suben al carro del Euro cuando les interesa, es decir cuando tienen que potenciar el comercio intracomunitario de sus productos, pero que se bajan en cuanto surgen las primeras dificultades, ya no tanto por falta de convicción en el proceso de integración europea, como por miedo a las consecuencias electorales que sus actos pudieran tener.
Seguramente esta propuesta del Ministro de Economía alemán quedará en agua de borrajas, pero al lanzarla pone una china en el zapato de los países con problemas económicos que ahora temerán el solicitar ayuda al Eurogrupo y pudieran determinar, en un momento dado, su salida del Euro, como medida de emergencia ante su imposibilidad fiscal y económica para mantenerse dentro.
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