Según los datos que ha hecho públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el día de hoy, el coste laboral en el cuarto trimestre de 2010 se redujo en un 0.3% con respecto al mismo período de 2009, es decir, que se mantuvo prácticamente inalterado.
El coste laboral es un parámetro fundamental para poder medir la competitividad de las empresas a nivel internacional, ya que la masa salarial es uno de los principales factores diferenciadores en este mundo tan globalizado, y el poder contar con un coste laboral bajo es esencial para poder competir con las exportaciones.
Sin embargo, no hay que confundir un coste laboral bajo con una percepción salarial baja. El salario sólo es una parte del coste laboral, la más importante, pero no conforma toda la figura del coste. Al salario hay que añadirle las percepciones variables (dietas, quebranto de moneda, etc.), las cotizaciones a la seguridad social y las indemnizaciones.
Así, durante este cuarto trimestre de 2010, el coste laboral de las empresas españolas se situó en 2642,17 euros, de los cuáles 1992,90 correspondieron a sueldos y salarios, 565,79 a cotizaciones a la seguridad social, y los 83,48 euro restantes a indemnizaciones, prestaciones sociales, etc.
Llama la atención la rigidez de la economía española, incapaz de reducir el coste laboral durante un período de crisis como el que estamos viviendo, siendo ésta una de las razones fundamentales que siguen impidiendo la recuperación definitiva y la dinamización de los sectores económicos.
Si el mercado laboral fuera lo suficientemente flexible, la lógica económica nos dice que durante épocas de bonanza el coste laboral debería de verse incrementado, para reducirse en épocas de crisis, de forma que se adecuara a los ciclos económicos y con ello las empresas pudieran ajustar de forma diferente al despido.
Porque el trabajador español es el que acaba sufriendo las rigideces del sistema, y termina por quedarse desempleado cuando un pequeño ajuste en sus percepciones o en sus tiempos de trabajo podrían resolver el sistema de manera más satisfactoria, al menos durante un tiempo prudencial, a partir del cuál todo volvería a la normalidad o se produciría el desempleo, de manera definitiva.
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