Tras varias semanas de infructuosas negociaciones en las que tanto Republicanos como Demócratas se negaban a dar su brazo a torcer, por fin ayer domingo ambos partidos consiguieron llegar a un acuerdo en virtud del cuál incrementarán el techo de gasto del Gobierno, poniendo fin así al riesgo de suspensión de pagos que sobrevolaba a la economía estadounidense en estos últimos días.
El gran escollo estaba en como reducir el déficit público una vez aceptado el mayor nivel de endeudamiento. Los Republicanos, fieles defensores de la reducción de los impuestos hasta el máximo, no querían que Obama los incrementara para poder hacer frente al pago de los nuevos intereses, y pedía reducción del gasto público.
Los Demócratas, por su parte, no querían ni oír hablar de una reducción del gasto público federal y optaban, precisamente, por un incremento de impuestos a las rentas más altas para conseguir así paliar el exceso de intereses que habría que pagar.
Al final, como siempre sucede en este tipo de negociaciones, todos han tenido que ceder dejándose parte de sus reivindicaciones en el camino y consiguiendo otras que consideraban inalienables, pero todo para conseguir que Estados Unidos pueda salvar este ‘match ball’ y no caer en la tan temida suspensión de pagos que llevaría al país a la ruina, en todos los sentidos.
La clave es la reducción del déficit del Estado para los próximos 10 años, una reducción drástica que será controlada y supervisada por una comisión bipartidista en el Congreso que velará por el cumplimiento de los compromisos adoptados durante estas negociaciones (un déficit, por cierto, que viene, en gran parte, de la administración Bush).
Obama puede, por tanto, respirar tranquilo y comenzar a plantearse el tiempo que le queda al frente del Gobierno federal, poco más de un año, con otra perspectiva, tratando de hacer frente a los desafíos que se le presentan en el día a día, y en la salida definitiva de la crisis, que todavía sigue asolando con gran dureza a la economía estadounidense, sin la protección social suficiente como para hacer que sus ciudadanos puedan sobrevivir sin un empleo.
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