Hemos empezado la semana con tambores de guerra, tambores de guerra sobre la posible caída definitiva de la economía griega, una quiebra que arrastraría consigo la solvencia de un buen número de países altamente interrelacionados con el país heleno generando un galimatías financiero que nos abocaría a una nueva crisis, o al recrudecimiento de la actual, como se quiera ver.
El país más perjudicado sería, sin duda, Francia, que es el país de la Unión Europea que más nexos financiero tiene con Grecia, y ello ha hecho que la agencia de calificación Moody´s haya amenazado con una posible rebaja de la calidad de la deuda francesa, lo cuál ha hecho que todas las bolsas europeas hayan caído en picado durante esta jornada de lunes.
Y es que no podemos olvidar que el efecto dominó que la globalización provoca en la economía es demoledor, de forma que los países ya no son isla aisladas, sino que todos tienen intereses en otros países y el hecho de que cualquier país del mundo quiebre provoca una caída en serie del resto, de un tamaño que dependerá, como es lógico, de las dimensiones del país que haya entrado en quiebra.
Grecia lleva varios meses a punto de caramelo de la quiebra, y a pesar de que las ayudas de los países europeos están llegando para salvaguardar la buena salud del Euro, lo cierto es que estas ayudas vienen acompañadas de contraprestaciones de difícil cumplimiento por el país heleno, lo cuál genera aún más inestabilidad e incertidumbres para el futuro inmediato de la economía de la zona Euro.
Porque de poco sirve rescatar a un país si luego se le imponen sanciones que no podrá cumplir, con lo que lo único que se está haciendo es alargar la agonía y provocar una caída mayor, porque los problemas que llevaron a este país a la situación en la que se encontraba se agravarán a cada día y provocarán que sean más países los afectados por la quiebra definitiva.
Habrá que estar atentos a la evolución de los mercados, pero si nada lo remedia, la quiebra de Grecia parece inminente.
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