Podríamos cometer el error de pensar que la deuda soberana de Portugal debería de preocupar sólo al país luso, pero estaríamos cavando nuestra propia tumba, porque en un mundo tan globalizado, en el que las conexiones financieras son tan evidentes, el hecho de que Portugal lo esté pasando mal no es una buena noticia para nadie, y menos para España.
Y es que tras unos meses en los que parecía que la deuda soberana de Portugal gozaba de buena salud, con una emisión de 661 millones de euros a poco más del 4%, unos 6 meses atrás, ahora todo ha vuelto a complicarse debido a la nueva emisión de la semana pasada.
En ella, la deuda soberana de Portugal se volvió a mostrar débil, ya que sí consiguió colocar su deuda, pero lo tuvo que hacer a casi dos puntos porcentuales por encima que un semestre atrás, concretamente, al 5.99%, lo cuál ha empezado a hacer saltar las alarmas.
La única nota positiva de esta emisión de deuda soberana de Portugal ha sido que la demanda ha superado la oferta, lo cuál quiere decir que hay interés por adquirir deuda del país luso, pero, claro, este exceso de oferta es engañoso ya que se fundamenta en el elevado tipo de interés ofrecido.
Ahora la pelota queda en el tejado del Banco Central Europeo que tendrá que decidir si, como otras veces, adquiere deuda soberana de Portugal, para tranquilizar a los mercados y conseguir reducir, en algo, el tipo de interés tan elevado que se ha fijado en este emisión.
Y es que un tipo de interés del 6% es claramente insostenible, ya que en apenas dos años, no hay que olvidar que esta deuda soberana de Portugal vence en 2013, los portugueses tendrán que pagar mucho más de lo que ahora obtuvieron de los mercados.
Una situación que puede salpicar a España, donde radican gran parte de los intereses financieros portugueses, provocando una reacción en cadena que paralizaría la recuperación económica y colapsaría el país. Por ello, cabe confiar en la buena gestión del BCE y de su capacidad de comprar deuda sin soliviantar a los mercados.
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