Según los datos que hemos conocido esta semana a través del Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación en España sigue con su escalada imparable, y en este pasado mes de abril cerró en el 3,8%, en tasa interanual, con un incremento mensual de 1,2 puntos.
Un incremento mensual tan elevado no se apreciaba desde el año 2007, justo al comienzo de la crisis, y ha hecho saltar todas las alarmas económicas del gobierno, sobre todo al comprobar que la inflación subyacente, aquella que deja fuera los productos más volátiles, como, el petróleo, también se ha visto incrementada en cuatro décimas, situándose en el 2,1%.
Y es que gran parte de la elevada inflación se estaba achacando a la escalada de precios del petróleo provocada por las crisis árabes, aunque ahora se demuestra que hay factores más estructurales que están afectando a la inflación y a su continuo crecimiento.
El Gobierno se ha defendido ante esta subida alegando que el mes de abril es, tradicionalmente, de inflación elevada y responsabiliza de la misma al ajuste que todavía se está produciendo con la subida del IVA de determinados productos, y calcula que a partir del mes de julio se realizará el ajuste definitivo y todas las aguas inflacionistas volverán a su cauce normal.
El mayor problema de esta elevada inflación es que viene asociada a períodos de crecimiento insignificante, lo que está haciendo que algunos expertos comiencen a vaticinar la llegada de la estanflación, una situación económica de difícil solución en la que se conjuga inflación y estancamiento económico.
Sin embargo, el gobierno se muestra optimista ante esta alternativa, ya que cree que en los próximos trimestres el crecimiento de la economía española será mayor y se comenzará a dejar atrás cualquier tormenta de estanflación que se pueda empezar a imaginar en cualquier círculo económico.
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