Las revueltas que se están produciendo en los países del norte de África, las tensiones que se están desplazando poco a poco a los países de Oriente Próximo y la subsiguiente subida del precio de petróleo, están provocando graves problemas en la bolsa, ya no sólo española, sino en la de todo el mundo.
Y es que en un mundo globalizado como el actual los problemas en la bolsa de un lugar se contagian rápidamente a otros lugares sin solución de continuidad, y la inestabilidad es el peor enemigo de las finanzas, especialmente cuando esta inestabilidad se produce en lugares fundamentales para el suministro mundial de petróleo y gas.
Los analistas coinciden en afirmar que los problemas en la bolsa se mantendrán mientras no se garantice la tranquilidad en las zonas en conflicto, una tranquilidad que puede venir por el mantenimiento del status quo o por la llegada de los regímenes democráticos, pero tranquilidad al fin y al cabo.
Porque el efecto imitación que se está dando entre países hace que los problemas en la bolsa no vengan ya sólo por lo que está ocurriendo, sino por lo que puede estar por venir, lo que está haciendo que los inversores estén retirando su dinero y aguardando tiempos mejores, o al menos, tiempos más calmados.
Ya que el sector inversor penaliza especialmente el no saber a que atenerse. Una buena inversión siempre necesita un horizonte diáfano sobre lo que va a suceder, para evitar, en la medida de lo posible, el riesgo y garantizar la inversión lo máximo posible.
En ese sentido, todas las revueltas que se están produciendo en el norte de África son buenas para la democratización de la zona, pero muy negativas para la especulación financiera que se ve penalizada por la incertidumbre en el suministro de materias primas y con ello se generan los problemas en la bolsa.
Pero no sólo la especulación financiera se ve afectada, sino también el suministro de alimentos a países en vías de desarrollo que ven como el precio de su alimentación se dispara al incrementarse el precio de los transportes.
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